sábado, 12 de agosto de 2017

A falta de hacer el amor,
se mete en el sexo más guarro
y barato; del menú y su de-gustación.
Mientras la boca hace todo su trabajo,
las manos aprietan y acarician,
lo que en el congelador,
alguien dejó.
En el pecho algo desgarrado palpita,
siguiendo el ritmo con que se entre-corta
la respiración.
Con la luz apagada,
y encendida en la heladera el velador,
la columna se quiebra y se expande
para humedecer todo el interior.
Se va preparando en la penumbra el cuerpo,
para llegar al placer en su punto mayor,
donde no existe ningún lagrimón,
ya que en exceso, no queda lugar para el dolor
...ni para el amor.