martes, 2 de abril de 2013

Está fuera de sí, intenta hablar pero no le salen las palabras, porque si las larga puede llegar a morderse la lengua, y el dolor es enemigo del socorro. Está esperando que se alejen de él para poder pedir auxilio, no puede respirar con tanta gente alrededor, tampoco puede contar lo que le pasa, porque nadie lo escucha, le dicen que se mantenga callado, que no cierre los ojos, si los cierra se puede dormir, y no es bueno tener a un cuerpo convulsionado a punto caramelo, o mejor dicho, a punto caramelo quemado.  Es blanquito, muy blanquito, está pálido, y verde,  y morado, su matiz muta. Me recuerda a un arco iris con colores pasteles, colores que en su época de mayor esplendor llegaron a estar bañados en purpurina, pero que ahora son solo colores dentro de los ojos de un perro.  Está gris. ¿Estará recordando? No, se acercó demasiado a la luz, le dije que no haga eso, pero bueno, es un rebelde sin causa, que otra cosa se podría imaginar de él. Se le van a reventar los ojos si los siguen abriendo tan exageradamente para observarlo. Un poco de aire por favor, es solo un cuerpo convulsionando, carne y eso otro que tiene un nombre complicado, en la punta de la lengua lo tengo, hablando de lengua, tengan cuidado, se puede llegar a morder la lengua, o se la puede llegar a tragar. Si me clavo los dientes en mi propia lengua quizás recuerde que era lo que venía a hacer acá, aunque no creo que era eso lo que quería recordar, porque estaba hablando de otra cosa, debe ser asunto de poca importancia, cuando uno se olvida de algo es porque no tiene gran relevancia en la vida, ah, cierto, esta convulsionando.
Marrón, negro, marrón, negro, celeste. Cuantos ojos, que lindos ojos, cuando deje de saltar sobre el suelo va a asaltar un hospital para llevarse los ojos de todos los niños, posiblemente hoy sea su día de suerte, nada mejora, la próxima parada va a ser el hospital. Cuando recupere el control de su cuerpo va a ponerse los guantes de látex blancos para hacerlo. Debería anotárselo en una agenda, porque  su memoria ya está llena, los recuerdos le pasan por sus binoculares internos como si fueran diapositivas, pero necesita los ojos,  una docena de ojos van a servir para estudiar la anatomía humana, y para tratar de descubrir el uso de los muchos e inservibles órganos con que cuentan  los seres humanos.
Frío concentrado en un fierrito, se le congelo una vena, algo está dentro suyo, se le aflojaron las comisuras de la boca, parece una seda, está sedado, pero  sigue sintiendo, y siente que alguien se confundió, no necesitaba ser sedado, se confundieron de medicina, siempre hacen eso los doctores,  se  hierven las neuronas tanto con sus estudios, que después olvidan que hacer en cada caso.

¡Un doctor! ¿Alguien vio un doctor?
¡Yo soy doctor señora! Sí, definitivamente hay que ayudarlo, llamen a la ambulancia.
¡Que no tarde! ¡Apúrese! ¡No ve lo que le está sucediendo!
Lo sé señora… Estamos haciendo todo lo que podemos…  ¿Alguien tiene un poco de tranquilizantes a mano?
¡Yo! Siempre llevo medicinas en mi cartera, y también siempre llevo un poco de morfina en venas… Usted ya sabe cómo son estas cosas doctor… Uno nunca sabe cuándo puede hacer falta un poquitín de productos farmacéuticos…  ¡Precaución sobre todo!

Como le arde la frente, como lo tranquiliza la morfina, como se desvanece, como extraña la lucidez. Está oxidado pero por lo menos tiene color. Se oxidó de la misma manera que se oxidó la aguja de la generosa muchacha que le convidó un poco de su morfina…
¿Qué sería del mundo sin esta gente tan generosa? Gracias al señor que existen este tipo de personas, sino estaríamos todos como él, convulsionando, dándonos pequeños piques contra la lustrada porcelana del suelo, como una pelota de básquet, toca el suelo, y salta, pica, pica, la mano se cansa de picar, sigue picando, pica, pica, deja de tener energía,  se queda en el suelo, extraña a la mano.
La mano aparece, y vuelve el frío a su sangre, ahora lo dejan hablar, pero ya no quiere hablar más, porque se olvidó de lo que quería decir en el momento en el que no lo dejaban hablar. Le dicen que está enamorado, tiene cabeza de novio porque no retiene si quiera la yerba que tendría que haber ido a comprar al chino. Lo bueno es que nadie necesita yerba, porque no es momento para mates. Siente los coágulos cristalizados, pero es solo una sensación, recuerda la yerba, da media vuelta y va al supermercado de la esquina.  Discuten, todos discuten, porque el precio está mal puesto, porque la inflación los tiene a todos en la lona, porque te quería decir algo y me olvide que era.

¿Escuchan ese pitido?
No.
No.
No.
¡A vos te parece! ¡Todos los días me aumentan el precio de la yerba!

Eso era, la yerba, va a buscar la yerba, y olvida nuevamente que era lo que quería hacer, agarra la yerba instintivamente, pero no se acuerda que quería agarrar la yerba, sólo la toma porque la tiene adelante, y le simpatiza el burro que tiene en su paquete. Sigue escuchando el pitido, pero ahora sabe que nadie lo escucha, entonces se queda tranquilo, no es un sonido relacionado con el juicio final ni nada por el estilo, es sólo un pitido que ya se va a ir.

Era tan buen chico, siempre calladito, una vez me ayudo a cruzar la calle… Pero algo ocultaba, creo que le faltaban un par de jugadores, escuchaba pitidos y cosas raras.
Siempre me generó desconfianza… Para mí algo ocultaba… No sé, no sé…
¿Vos decís que llamemos al doctor de vuelta?
¿Para qué? Ya está muerto, no va a poder hacer nada el pobre… Mejor dejémoslo que siga durmiendo que es domingo y muy temprano…
Toda la razón Mónica, el pobre del doctor se pasa los sábados haciendo guardia… Que culpa tiene que a este loco se le haya caído un paquete de yerba en la cabeza y haya terminado estirando la pata…

Sangre, pitidos, conversaciones, hablan de él, si hablan de él, hay esperanzas, eso es bueno, quizás la ambulancia venga dentro de dos minutos, quizás venga dentro de dos horas, quizás el dueño del supermercado lo suba arriba de su auto, tal vez lo están embolsando para que no tenga frío, posiblemente el cierre que sube hasta su cabeza está para conservar el aire caliente de su cuerpo.
Frío, frío en las venas, frío en la sangre. Frío en el alma.

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