Se terminó. Listo. Problema solucionado. ¿Por qué
complicarnos con mentiras hacia nosotros mismos? Lo más triste es que somos
conscientes de la omisión de verdad que estamos realizando, pero la tapamos, la
escondemos con argumentos que inventamos instantáneamente para no pensar en
ESO. ¿Qué es ESO? Oh, la verdad es que no tengo ni la menor idea, estas son
solamente palabras, muchas palabras, todos las decimos a diario; así como
también todos comemos, vamos al baño a realizar nuestras necesidades
fisiológicas y respiramos. Ahí está. De
vuelta las palabras que nos engatusan y nos envuelven en una burbuja plástica
que nos margina de ESO. De vuelta con lo mismo, encima el encierro no está funcionando como
planificaba, se me está empañando la superficie de la burbuja; esto se me está
yendo de las manos. Tengo que salir de acá, definitivamente necesito un poco de
aire externo, o mejor un respiro tuyo; quiero un suspiro, de esos soplidos de
vida que me regalabas cuando no eras ese algo que hoy tanto me molesta. ¿Qué
puedo hacer ahora que sé que sos el obstáculo que me está enloqueciendo? Quiero
caminar por los pliegues de mi cerebro, pero no puedo; porque te apareciste
cuando pensé que conocía cada rincón de mi Paraíso. Amaba sentarme en ese lugar, la mejor zona de
la tierra y del Universo entero, para mí, se ubicaba en mi cabeza; yo sola
tenía el mapa para llegar al centro, hasta que lo perdí, y vos lo encontraste.
Cualquier persona normal, cualquiera de esas personas que
disfrutan de sentarse a mirar la televisión colmada de amarillismo, o
cualquiera de esas personas que entregan su dignidad y su esfuerzo para
comprarse aquellos pantalones que tanto necesitan, a pesar de tener cinco más
guardados en el armario sin usar, cualquier ser humano decente habría echado un
rápido vistazo al papel y lo habría lanzado en el tacho de basura, como si
fuera una pelota de básquet; o es más probable que se halla adueñado del dinero
que estaba escondido en su interior y luego habría de lanzar el bollo en el
suelo. Maldigo el día en el que tu mamá te engendró, si tan solo hubiera usado
un preservativo; vos no estarías acá y yo estaría perdida de tanta claridad
mental. Sabría todo, tendría en mi mano
el recorrido que debo hacer para llegar al centro de la respuesta a todos mis
problemas, a pesar de que estos inconvenientes no habrían sido materializados
si no estarías vivo, porque vos fuiste el detonante del conflicto interno que
me está matando.
Lamentablemente, hallaste el mapa, y también los dos
billetes mugrosos de dos pesos que estaban escondidos dentro del papel que
señalaba mi interior. Los hallaste, y tuviste el descaro de buscarme y comprar
mi dignidad, la pagaste con los mismos billetes que me robaste; porque eso es
lo que hiciste, me hurtaste el alma, te quedaste con algo que ni si quiera
sabía que me pertenecía, hasta ahora; que siento que un vacío me está invadiendo,
de la misma manera que me plagaste vos cuando dijiste que me amabas y que
esperabas que yo también lo haga. Me miraste con unos ojos que me acuchillaron,
estaba desangrándome; pero ya no me interesaba, estaba feliz; la mirada triste
y soñadora me amaba… ¿Qué otra cosa más podía pedir? Yo también amaba a esos
cuchillos que me perforaban las pasiones, tenía un agujero que se expandía cada
vez que la musicalidad de las letras que constituían tus declaraciones hacían
contacto con mis oídos; siempre expectantes de capturar otro de esos hermosos
sonidos.
¿Te acordas del día que te fuiste y le sacaste filo a tu
brillante navaja? Me lastimaste mis sentimientos débiles por el fulgor de tus
ímpetus, me dejaste tirada como una muñeca de trapo. Te odie, te habría
asesinado, pero de nada me habría servido; debido a que dejarte sin vida era
sinónimo de enterrarme en un cementerio viva. Abriste un hueco en mí que ya no
sé cómo cerrar, me pondría de rodillas con tal de que me devuelvas la llave de
mi libertad; empezaría a creer en la Virgen si tres Ave María me bastaran para
rellenar el agujero. Ese maldito poso que abre lugar para el advenimiento de una
gripe de tristezas y de un dolor de aorta agonizante. Rifaría mí cuerpo con tal
de que me den un tapón para esconder ese vacío que me convierte en el objeto
inanimado más confundido que se puede conocer, o no.
Por favor, dame eso que me quitaste. ¿No te doy lástima?
Quiero darte pena para que me des lo que me has quitado, no me interesa quedar
como una “cualquiera”, porque yo sé que no lo soy. Soy una mujer confundida,
que ya no sabe cómo actuar. La situación me superó, estoy en el plan “Z” del
abecedario, es lo último y lo único que me queda…
Tirada en el piso esperando encontrar lo que perdí con vos.
Recorriendo más de diez cuerpos por día; deseosos de una pronta y placentera
entrega. Caminando por una ruta en la que solo pasan hombres sin principios, humanos repugnantes
que quieren hallar la porción de su alma robada. Sacan sus billeteras pensando
que mis senos son la alcancía de los ahorros necesarios para comprar ese algo
perdido. Me tocan pensando que soy el picaporte para pasar a un mundo mejor,
sueñan con la utopía de hallar lo trascendental en lo carnal, me quitan la ropa
como si ver mi cuerpo desnudo los hiciera observar por un instante su objeto
desaparecido… Si tan solo supieran… Si sólo supieran que nunca van a hallar en
mí eso que esperan, si sabrían que ambos estamos esperando un colectivo sin
número ni boleto… Se averió la máquina para colocar la tarifa, creo que nunca
van a arreglarla…