martes, 17 de marzo de 2015

¿Y ahora qué?
¿Qué es lo que has hecho?
Hermanito, por qué.
Andabas bien derechito,
yendo por el buen camino,
llenándote la boca de tres
a cinco veces al día,
hasta incluso te mirabas;
te parabas frente al espejo,
sin tener que decir guarangadas,
sin transformar tu puntiaguda barbilla
en una grosera papada.
Estuviste a punto de verte,
a medio pelo y quinientos gramos
de por entero conocerte.
Lo arruinaste,
entre pastillas y colillas
coloreadas como tu piel,
apagadas como tu ser.
Te veías los bracitos,
los coloreabas para verlos.
Y ahora recuerdo.
No olvido a tus ojos morbosos,
Y por andar solo me quisiste,
porque me faltaban lustros para vivir,
porque creías recuperar algo de brillo,
frente a mi opacada cara,
de cenicienta mirada.
Por creer que me querías viniste,
creyendo que tener diecisiete basta,
para dar un poco de alma,
para amordazar a esa costumbre trastornada
de tomar té verde sin ganas,
y comer chicles a patadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario